El animal al que admiraban faraones y esclavos por igual puede acompañarnos de cerca recordándonos el amanecer al que debemos dar gracias cada día. Un recuerdo de lo que, para nuestros ancestros era primordial, la protección y el asegurar el nacimiento de un futuro nuevo.
Un sutil sol dorado, un ligero matiz añil que da luz y colorea, de forma diminuta, la sonrisa a la que flanquea.
MEDIDAS, COMPOSICIÓN Y DETALLES:
- En plata de ley.
- Hecho a mano en nuestro taller ubicado en Cuenca.
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